Hoy no tengo ganas de brillar.
Perdóname, pero hoy pinto un matiz de grises en tono sepia, y tengo un adiós que no va a querer salir atrapado en la garganta.
Me pregunto en qué momento nos perdimos, y comprendo que a veces el camino es escarpado.
Y el sueño no me acoge, porque las penas de amor nunca duermen. Y se van contigo mis razones. No quiero sonar pesada, pero acabo de enterrar mis ganas junto a tu recuerdo, y le rezo al Dios en el que no creo para que sigas aquí. Y pienso...
No sé si me adelanto, o si se trata sólo de prepararme para lo que conozco inevitable. El corazón se defiende de mil maneras absurdas. Nunca eficaces, siempre dolorosas.
Sueño, cierro los ojos y los abro llenos de temor: Tengo miedo de verte besando otros labios. Y te reclamo eternamente aquel juego que ganamos perdiendo. Aunque el final sepa a derrota. Un sabor frío y metálico, siempre gris y silencioso.